viernes, 14 de setiembre de 2007

El origen de los recuerdos sin escritos

La mayoría de veces, no escribo, solo pienso lo que me gustaría escribir
veo caer la lluvia, y de cuando en cuando recuerdo
los abriles grises y el primer rocío,
los octubres de atardeceres rojos
con la ultima garua, frente al mar
o en alguna azotea olvidada
donde el tiempo parece que se detiene a pensar,
en las noches sin luz ni luna,
cuando las estrella danzan y sin pedir permiso a nadie
se mueven hasta perderse en el horizonte lejano del amanecer
o hasta que en las desoladas calles se oiga nuevamente
el mundanal ruido y se pierda esa paz...
esa paz y quietud, que a veces se siente también
cuando vas por la carretera y eres libre de ti y de todos,
porque regresas a tus orígenes nómadas
y vives de lo que te trae el camino y de lo que el viento te susurra
Esa misma paz que sientes en las noches de fogata
donde una voz canta y una guitarra llora.
Y te pones a recordar... sin escribir